(Nota publicada en Diario La Nación 28 de Enero 2017).
En la actual campaña 2016/2017, el maíz tardío ocupa aproximadamente la mitad de la superficie de este cereal en el nivel país. Tal vez por ser relativamente nuevo en los esquemas de producción es motivo de grandes debates, tanto sobre la conveniencia de su inclusión en la rotación, como sobre los detalles de su planteo técnico.
El rendimiento promedio de maíz tardío es mayor al del maíz temprano en ambientes marginales, mientras que en ambientes de alta disponibilidad de recursos la situación se invierte. En el medio existe una gama de situaciones que vale la pena analizar a escala zonal y, dentro de cada zona, en los distintos ambientes de producción. Las evidencias son más robustas respecto de la estabilidad de los resultados, ya que el maíz tardío muestra menor variabilidad interanual en los rendimientos, tiene menores costos de producción y puede tener costos adicionales como el secado.
Existen híbridos desarrollados específicamente para siembras tardías. Los principales semilleros de la Argentina vienen trabajando hace varios años en mejoramiento para siembras tardías como ambiente objetivo. Es importante resaltar que no siempre los híbridos que tienen buen comportamiento en siembras tempranas se comportan de la misma manera en siembras tardías. Algunos rasgos que cobran mayor importancia en siembras tardías son la longitud del ciclo y la tasa de secado una vez alcanzada la madurez fisiológica; la propensión al vuelco y al quebrado; el comportamiento frente a enfermedades foliares, y los eventos para el control de gusano cogollero.
En lo que respecta a la densidad de siembra, aspecto controvertido, cabe mencionar que hay menos información que para siembras tempranas. En muchos casos se están usando densidades ultra bajas (ejemplo 30.000 pl/ha), obteniendo buenos rendimientos, por lo que se infiere que esta es la densidad adecuada. Cabe preguntar en estas situaciones cuánto se dejó de ganar (¿si con 30.000 pl/ha rindió 7000 kg/ha, cuánto hubiera rendido con 60.000 pl/ha?).
El criterio para elegir la densidad de siembra debe ser el mismo que se utiliza para la siembra temprana: el rendimiento promedio esperado para el ambiente a sembrar. Si el rendimiento esperado es levemente menor al de un maíz de siembra temprana, entonces la densidad de siembra debe ser levemente menor. Por el contrario en ambientes restrictivos, donde el rendimiento del maíz tardío es superior, la densidad debe ser superior.
Para sumar complejidad al tema en cuestión, hay evidencias de importantes diferencias entre híbridos en la respuesta a la densidad. Los híbridos tienen rendimientos parecidos a densidades muy bajas y se empiezan a diferenciar conforme aumenta la densidad.
Año particular
Este año escapa a las generales de la ley, ya que en amplias zonas se observaron valores muy bajos de nitratos del suelo, lo que se atribuye a lixiviación y desnitrificación por los excesos de lluvias, y a las bajas temperaturas de este invierno respecto de valores históricos.
Un capítulo aparte lo componen los maíces de segunda, sembrados sobre trigo o cebada en el mismo ciclo. En promedio el nitrógeno disponible a la siembra es menor y adicionalmente se mineraliza menos durante el ciclo del maíz respecto de uno sembrado sobre un barbecho largo.
Es importante considerar la fuente de nitrógeno, ya que los fertilizantes con alta proporción de nitrógeno amoniacal (urea) tienen mayores pérdidas por volatilización, la cual es fuertemente dependiente de la temperatura ambiente.