La cosecha está avanzando a paso firme y es el momento de estar atentos a las pérdidas de rendimiento de las maquinas cosechadoras. Por lo tanto en el siguiente informe se describirán los pasos a seguir para el control de las mismas.
Para poder cuantificar las pérdidas se deben utilizar 4 arosciegos y 1 abierto, de hierro de 56 cm de diámetro. La superficie a evaluar es 1m2, para lograr este objetivo el aro de 56cm de diámetro debe ser arrojado 4 veces y dará como resultado una superficie de muestreo de 1 m2.
El aro abierto será utilizado para la estimación de las pérdidas naturales. Para estimar los kg/ha de pérdidas se pueden contar los granos, teniendo en cuenta que 60 granos por metro cuadrado equivalen a 100 kg/ha de perdida, o también si se dispone de una balanza pesarlos. Teniendo en cuenta que 10 gramos por metro cuadrado equivalen a 100 kg/ha de pérdidas.
Cuantificación de las pérdidas
Perdidas de pre-cosecha: son las pérdidas provocadas por el desgrane natural, plantas volcadas y vainas ubicadas debajo de la línea de corte. Se evalúan arrojando 4 veces el aro abierto de 56 cm de diámetro y contando el número total de granos.
Perdidas de la cosechadora
Las pérdidas ocasionadas por la cosechadora pueden ser divididas en dos grupos, perdidas por cabezal y perdidas por cola. Para su estimación se deben arrojar los 4 aros ciegos luego del paso del cabezal pero antes que caiga el material por la cola. Uno debe ser arrojado debajo del cajón de las zarandas y los otros tres en el resto del ancho del cabezal.
Se realiza un conteo de los granos que quedaron por debajo del aro y los granos situados por encima del aro. Los primeros corresponden a las pérdidas de cabezal y los segundos, a las perdidas por cola. Se suman los valores y se obtienen las pérdidas de la cosechadora.
Las pérdidas totales son el resultado de:
(Perdidas por cabezal + Perdidas por cola) = Perdida de cosechadora + Perdidas naturales = Pérdidas totales
La tolerancia de perdidas deben ser del orden de los 100 a 110 kg/ha, este valor es independiente del rendimiento.
Por Ing. Diego Álvarez – Socio Gerente de Lares